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lunes, 13 de agosto de 2012

Y lo sigo haciendo.

¡Le había amado locamente! ¿Por qué se ama? ¿Por qué se ama? Qué extraño es no ver en un mundo más que un solo ser, tener un solo pensamiento en el cerebro, un solo deseo en el corazón y un solo nombre en los labios: un nombre que sube continuadamente, como el agua de un manantial, desde lo profundo del alma hasta los labios, un nombre que se repite una y otra vez, que se murmura incesantemente, en todas las partes como si fuera una plegaria.
No voy a contar nuestra historia, ya que el amor sólo tiene una historia, que es siempre la misma. Yo le conocí y le amé. Sólo eso. Viví de su ternura, de sus caricias, de sus palabras, en sus brazos, totalmente atada, aprisionada y absorbida por todo lo que procedía de él, de una manera tal que no me importaba si era de día o de noche, ni si estaba viva o muerta, en ésta, nuestra vieja tierra, o en cualquier otro sitio.